Novia: Conocí a mi novio en una parroquia de la comuna de Ñuñoa, inocentemente comencé a conquistarlo hasta que me encontré con una gran sorpresa, él estaba a punto de entrar al seminario para convertirse en sacerdote.
Pese a los comentarios y los esfuerzos de otras personas, logramos hacer que el amor fuera más fuerte y nuestro pololeo ya ha durado 9 años. Yo tenía 17 años recién cumplidos y el solo 20.
Luego de una petición muy particular, 9 años después y ya convertidos en adultos profesionales (yo profesora básica y él abogado), hemos decidido formar nuestra propia familia.
Todo comenzó un día viernes 20 de mayo de este año, tipo 6 de la tarde, lo que equivale a estar cansada y solo con ganas de irme a la cama. Ahí fue cuando recibí el llamado de Matías, invitándome al Tavelli de Providencia para comer la torta de frambuesa helada, una de mis favoritas. Pese a lo tentadora de la invitación debo reconocer que me negué bastante, no tenía ganas de estacionar el auto y tomar el metro para juntarme con él, y menos en hora punta: la gente, el frío y el estrés de las personas solo me hacían pensar en lo latera de la invitación. Pero él insistió y de muy mala manera tuve que acceder a la oferta, mal que mal estaba siendo invitada.
Llegamos allá y todos los temas se centraron en matrimonio, un tema más que trillado después de 9 años de pololeo. Yo sabía que era imposible, ya que la situación económica no nos permitía embarcarnos en este desafío y por eso es que me molesté aún más. ¿Cómo nos íbamos a casar si él recién había conseguido trabajo y yo solo llevaba 3 meses en el mío?
Es por eso que yo solo pensaba: “¿Para qué seguir hablando del tema y proyectándose si todo se veía tan difícil?” Terminamos de comer y nos volvimos al metro y en el vagón nuevamente comenzó a hablar de más lo mismo: platas, vestido, banquetería, el vals, entre tantas otras cosas.
Yo estaba muy avergonzada por tener que hablar de un tema tan íntimo frente a taaantas personas e insisto ¡¡más encima en hora punta!! Fue así como me enojé y decidí frenar esta situación, lo enfrenté y le dije: “¿Para qué? ¿Para qué seguir hablando de este tema? Tanta ilusión y sueños me tienen aburrida, debemos vivir el pololeo y aprovecharlo.”
A lo que él contestó: “Entonces para qué, para qué yo tengo esto en el bolsillo” y justo en ese momento saca una pequeña caja azul, en su interior había un hermoso anillo de platino con un zafiro gigante, era todo lo que había soñado. Al ver mi cara pega un grito: “señores y señoras, silencio por favor, shhttt! necesito silencio porque me tienen que dar una respuesta”… Pese a la gran cantidad de personas, todo el mundo se calló, hombres y mujeres miraban esperando un gesto de mi parte.
Al ver con mayor detalle el anillo (una antiguedad de más de 100 años)solo pensé: “me lo van a robar y además estoy pasando la verguenza de mi vida”. Haciendo un gesto muy divertido (así como de corte la escena) le respondí que sí, estaba desesperada y feliz, pero toda esa gente mirando cohibía cualquier tipo de emoción. Así, nos dimos un gran beso mientras todas las personas del vagón aplaudían.
Nos bajamos, nos abrazamos y comenzamos este hermoso periodo de ser novios. Debo admitir que este hombre siempre me ha sorprendido, pero nunca pensé que ese momento sería tan como fue…. MARAVILLOSO. Lo mejor de todo, es que después de estos 9 años soy capaz de decir que tengo al mejor hombre del mundo, un hombre que sorprende y que se le juega, un hombre romántico y conquistador, un hombre al que amo….
Y cada vez que me subo al metro pienso en lo ocurrido en la estación de la línea 4 de Simón Bolívar,pienso en que todos los pasajeros de ese vagón llegaron a sus casas contando lo sucedido, pienso en mi cara y en la de Matías, pienso en que si hubiese habido un periodista del Publimetro en ese instante, hoy tendría un recuerdo tangible del momento más increíble de mi vida.
NOVIO:
Y para complementar la historia… cuando pensé cómo pedirle matrimonio a la Fran, mire hacia atrás en nuestra relación y vi en qué diferencias aprendimos a amarnos… Y me dije: A la Fran le carga lo público… de hecho le carga que hable desde política a religión en cualquier lugar público, y en especial, en el Metro. Al tener esa respuesta en mi cabeza, me dije… obvio donde tengo que pedírselo, y más obvio, el “cómo”.
Llamé a las 18:00hrs a la Fran… “Amor, tienes ganas de venirte a Provi a comerte una torta helada…?” Se que odia ir a un lugar con mucha gente en días de semana, pero la torta de frambuesa causa maravillas en esta mujer, por lo que accedió de mala gana. Por otro lado, sabía de antemano que hablar mucho de matrimonio la colapsaba, porque aunque los 2 queríamos, a simple vista no eran los tiempos… Por tanto, ¿cuál fue el tema a sacar? Obvio…! el matrimonio.
Fue todo preparado, para causar una pelea de antología… hablamos largamente de matrimonio, sin mucho ánimo, por tanto, terminamos la “once Tavelli” en tiempo récord y nos subimos al Metro… hicimos la combinación a la línea azul, y di comienzo al plan. A”moooor! ¿y cuándo piensas que podríamos casarnos?” y en su cara se notó que una segunda tanda de hablar de matrimonio no era bienvenida, y ante mi insistencia, en diferentes temas relacionados, me dijo… “Pero para qué… para qué seguir hablando!!” a lo que respondo: “Entonces para qué tengo esto en el bolsillo!?” sacando una cajita con el anillo.
La Fran tiene la particularidad de que cuando se pone nerviosa, no se pone roja, si no que morada y a penas se le colocaron esos colores en el rostro, aproveché mi bozarrón levantando las manos y dije: “Silencio por favor todo el mundo! acabo de pedir matrimonio, y necesito una respuesta” y todas las cabezas se giraron hacia nosotros… mientras trato de agacharme sin que la Fran me dejara, y haciendo un divertido gesto con las manos sobre el cuello, en señal de “córtala!”… a lo que respondo con igual bozarrón “No me bajo sin una respuesta!!” a lo que la Fran nerviosa y sin mucho que decir dijo: “sisisisi pero bajémonos”… dándonos el beso de rigor, seguido por un aplauso generalizado, mientras la Fran me toma de la mano, y me saca del vagón, pues habíamos llegado a destino saliendo del metro sin que antes una viejita me sonríe y me dice “la vas a hacer feliz”… Nos bajamos del metro comprometidos.
La guinda de la torta fue el día después, cuando la nana de la Fran me dice… Matiitas, salió en la Radio usted… llamó una joven al programa, que contó que ayer en el metro, se habían comprometido 2 personas, con todo el vagón aplaudiendo. Genial!!
Por: Francisca González Botella