Gabriel me invitó a un karaoke con unos amigos del trabajo, en lo que parecía ser una noche de diversión y música. Después de un trago me envalentoné y al fin pude subir a cantar “Con los años que me quedan” de Gloria Estefan. El ambiente se puso muy romántico y mientras yo cantaba sólo lo miraba a él.
Cuando terminé Gabriel tomó el micrófono y, con la misma intensidad, me cantó una canción de Camilo Sesto. Debimos haernos visto muy enamorados, porque de repente, el animador nos preguntó cuánto tiempo llevábamos juntos. “Tres años”, respondimos, y él comentó que era bastante tiempo.
Fue en ese momento cuando, Gabriel se arrodillódelante de todos y me pidió matrimonio, micrófono en mano. Me quedé muda un segundo por la sorpresa, por la emoción y la atención. Pero mi ya había decidido y, con una risita nerviosa, le dije que sí.
El animador, emocionado, nos preguntó la fecha, y ahí, en público, decidimos que sería en un año, para poder planificar cada detalle. Todos levantaron sus copas y brindaron por nosotros.
Lo más curioso ocurrió cuando fui al baño; una chica me dijo: “Tienes que casarte”, y no pude evitar reírme, aún sintiendo una mezcla de vergüenza y felicidad.
Al día siguiente, aún sorprendida por lo ocurrido, le pregunté a Gabriel si todo había sido en serio o solo una broma. Con la mayor seriedad del mundo, me dijo que era de verdad, pero yo no terminé de creerlo hasta que esa misma tarde, me sorprendió de nuevo al regalarme un hermoso anillo de compromiso, confirmando que nuestra historia de amor estaba a punto de entrar en un nuevo y maravilloso capítulo.